martes, 24 de febrero de 2009

Lo mejor de lo mejor

Después de escoger a los "mejores" o menos peores candidatos para la gubernatura de Sonora, el PAN piensa que puede ganar estás elecciones, a pesar de todos los problemas que ha tenido y la falta de credibilidad de la gente.


La verdadera crisis del PAN

A pesar de todos los problemas económicos, sociales, etc, que hay en el país. El único que le interesa a Calderón es la crisis de la caída del PAN ante la gente. Ni hablar, si no pueden, no pueden y punto.


jueves, 19 de febrero de 2009

martes, 17 de febrero de 2009

Al ratito te pago...

Estos panistas cada vez sacan más el cobre. ¿A poco le vamos a creer a Guillermo Padrés que no hizo campaña anticipada? Vamos aceptando las cosas. ¿Que tanto te puede pagar la multa esa que te mando el CEE? ¿A poco ya te acabaste el dinero del FONAES? Rascale a los bolsillos, de seguro se te pego algo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Diario de la crisis

En la edición del 10 de febrero del 2009 del periódico El Universal, salio un apartado llamado "Diario de la Crisis" , donde aparecen 12 familias, 12 historias verdaderas de como la crisis les ha afectado. Gracias al mal manejo del gobierno Federal, las familias seguiremos viviendo esto. En esté link aparecen fotografías, vídeos, etc: http://www.eluniversal.com.mx/graficos/00coberturas/crisis/index.html


DIARIO DE LA CRISIS

El Burócrata

Analiza probar suerte en Cancún.

Está planeando ir a probar suerte a Cancún. Dejar su trabajo como burócrata de la Secretaría de Turismo con un sueldo de 11 mil 500 pesos y dedicarse junto con sus hermanos al negocio de bienes y raíces, sólo por mejorar sus ingresos. Tiene un puesto medio alto y le gusta, pero cada vez más se pregunta si ése dinero será suficiente para enfrentar este 2009. Su esposa también trabaja en el gobierno y genera 8 mil pesos al mes. Tienen tres hijos y sólo una en edad de trabajar, ya le dieron su primer oportunidad, está de becaria y gana 5 mil pesos al mes. Con ese dinero la familia vive. Rentan un departamento por 4 mil 200 pesos.

El inicio del año le ha traído la nueva inquietud a nuestro personaje de 40 años. Quiere juntar todos sus días de vacaciones, subirse a un avión y probar suerte con sus dos hermanos, que ya viven allá y se dedican a vender casas. Se iría sólo, sin su familia, por lo menos durante los primeros meses. Está seguro de que allá le irá mejor, no le teme a la baja en el turismo, pues los hermanos trabajan en infraestructura, no directamente con los turistas. Aún no sabe si abandonará su plaza en el gobierno por el mar turquesa y una nueva oportunidad, pero lo tiene en mente. “Todo depende de cómo se me acomoden las cosas y del permiso que consiga en el trabajo”, dice. Tal vez para el mes que entra nuestro burócrata pierda el anonimato, cuando haya dejado de ser un trabajador del gobierno y se haya convertido en un trabajador independiente frente al mar Caribe.


Los Sobrino/Mérida

Alza del dólar, uff.

Carlos Sobrino Sierra, político en retiro y actual empresario del ramo restaurantero, asegura que tener una franquicia de hamburguesas como “Carls Juniors” es toda una aventura, porque no solamente se trata de mantener el negocio contra viento y marea, sino hacerlo bajo reglas extranjeras: la principal, la compra de materia prima es obligatoriamente en el exterior.

“No podemos abatir costos aunque quisiéramos, una de las ex
igencias de la franquicia es que todos los insumos se compran en el vecino país del norte, hacia allá va nuestro dinero, pero no hay otra”, manifestó mientras departía en la cómoda sala de su casa, en compañía de su esposa y sobrinos.

Los hijos, como cada fin de semana, haciendo su vida, con los nietos y los consuegros, y ellos, los dos, la pareja que se unió hace mas de 35 años, pendientes del restaurante, de la franquicia de hamburguesas, porque no pueden dejarlo caer, porque si no, “pufff, ni pensarlo, perderíamos todo el dinero invertido, el patrimonio de años”, expresó el jefe de familia de 55 años de edad.

A su lado, su inseparable esposa relata: “Me encargo de checar la limpieza del restaurante, tenemos que dar una buena imagen, hay que ser limpios, cuidadosos”
. Dice que a diferencia de hace dos años, cuando se decidieron a adquirir la franquicia, ilusionados y creyentes de que sería la mejor inversión para sus últimos años de vida, ahora, la preocupación los invade.

“Lo que está pasando en Estados Unidos nos va a pegar, los costos de las compras ahí son elevados, todo es en dólares y nosotros cobramos las hamburguesas en pesos mexicanos”, confesó Mimisol Argáez, ex regidora del Ayuntamiento de Mérida y actual colaboradora de su esposo en la empresa; además, ama de casa.

Carlos, el mayor de los hijos, labora como director del ICEMAREY, organismo del gobierno del estado. Su hija Mimisol se encarga de la fábrica de Licores Argáez, herencia d
e muchos años de sus abuelos maternos. Y Jorge, el joven que vivió por varios años en Nuevo León, es responsable de un pequeño bar-centro nocturno.

Todos dedicados al ramo empresarial, como muchos, sufren al ver cómo “sube el precio del dólar, eso puede pulverizar nuestras inversiones y quedarnos sin nada... no lo queremos ni imaginar”, confesó Sobrino Sierra.

El hombre fue político de carrera, aspiró a ser gobernador y llegó a ser senador; pero ahora, apartado de los escenarios de esa vida, dice que como hombre de negocios hay otras cosas más que ver. “Me preocupan mis empleados, no pueden perder su empleo, me quita el sueño que las ventas estén bajando del 5 al 20%, que los costos de insumos se paguen en dólares... son muchas cosas, no sabemos qué pasará”.

La familia reconoce que tiene un nivel de vida superior a la de muchas otras, pero esto no evita que tenga padecimientos. “Ya no salimos siempre de viaje y limitamos las sa
lidas a comer a la calle, hay que ahorrar, la situación está difícil”, señaló Sobrino Sierra, quien en sus ratos libres practica futbol con un grupo de veteranos.

Su meta es sortear el vendaval y evitar que la compra de la franquicia de “Carls Juniors” y su inversión se vayan al basurero. “No puedo rendirme, si dejo la franquicia, pierdo todo lo invertido y nadie me lo devuelve. Es el patrimonio de toda la vida de mi familia, tengo que seguir porque no hay otro camino... si me equivoqué, el tiempo lo dirá”.



Los Jasso/Tlalnepantla

Ahora venden jamón más delgado.

Los clientes de la abarrotería “El Triunfo” ahora compran rebanadas más delgadas de jamón, pero aún así este negocio familiar, cuyas ventas disminuyeron 10% durante enero, ha servido para que los Jasso costeen las carreras profesionales de sus tres hijos (un ingeniero, una licenciada en turismo y un médico aún en formación).

Don Mario, de 54 años, está orgulloso de que la tienda que fundó en 1995, precisamente con el objetivo de sortear la crisis económica de aquel año, genere los recursos suficientes para irse una vez al año de vacaciones en familia (siempre y cuando no haya u
n gasto imprevisto, como alguna enfermedad). En diciembre se fueron a Puerto Vallarta.

El señor Jasso también se dedica al negocio de la madera, pero durante el último mes el trabajo en este rubro se le redujo en un 40%. “Claro, la gente no piensa en hacer clósets ni cantinas; primero lo importante, comer”. Por eso, la tienda es su tabla de salvación. “La gente sigue comprando de a poquito, lleva las rebanadas del jamón más delgadas, pero lo consumen todos los días”, dice.


Su hijo mayor trabaja en Ford, donde hubo un recorte el mes pasado, del cual se salvó, y su hija de en medio tiene un empleo en un hotel. “Le va más o menos bien”, asegura. Su hijo menor sigue en la escuela y aunque no paga colegiatura, genera gastos fuertes porque los libros de la escuela de medicina llegan a costar hasta 2 mil pesos.

Mario dice que sólo sus hijos tienen actividades de esparcimiento; él y su esposa, en cambio, rara vez salen a comer fuera de la casa.



Los Pérez/Tlaquepaque

El pollo es para la niña

"Ahora que hay un poco de trabajo en la empresa, en vez de hacer las cosas de albañilería, estoy poniendo unos ductos para aire acondicionado, pero lo bueno es que tengo trabajo”, explica Jorge Pérez, de 43 años, padre de tres hijos y casado con Marcela, 11 años menor que él. A los cuatro atiende con un sueldo mensual de 4 mil 800 pesos.

Su apretada economía no le permite pensar en actividades recreativas, invitar a su familia a comer a restaurantes o ahorrar parte de los ingresos. De salidas a vacacionar, recuerda que hace tres años su esposa Marcela viajó sola unos días a Colima.

Marcela también trabaja y aporta a los gastos. Su empleo, en una fábrica de dulces, últimamente le ha absorbido más: “En estas semanas de enero ha tenido que trabajar los domingos, parece que hay más pedidos de dulce de otros lugares y pues como le decía, el dinero ya alcanza para todo lo que uno necesita”, relata don Jorge.

Con casi dos década de experiencia en la albañilería y actividades relacionadas, comenta que lo “principal que aseguramos es la comida de la niña —de año y medio—, ya ve, se enferman si no comen bien, bueno de la gripa. Para ella compramos siempre que se puede un poco de pollo para hacerle un caldito, sobre todo ahora que con el frío se enfermó”.

Don Jorge está construyendo su casa, en la colonia Guadalupe Ejidal, en el municipio de Tlaquepaque, Jalisco, justo en una de las zonas más contaminadas de la zona metropolitana de Guadalajara. Ir de ahí a su trabajo le toma hasta 40 minutos en bicicleta, principal medio que utiliza para transportarse.


Fernando Pérez/Cuernava

Al bar donde trabaja le va bien.

Mantener un trabajo en uno de los bares de mayor afluencia es, por ahora, garantía de supervivencia “porque la gente no tendrá para comer, viajar o vestir, pero siempre tiene un ahorro para divertirse, salir de noche y conocer personas de diferentes estratos sociales”.

Esa es la premisa que asume Fernando Pérez, trabajador de un bar en Cuernavaca, quien desde hace tres años no sabe lo que es irse de vacaciones por falta de dinero, pero sobre todo por su anhelo de reunir lo suficiente para iniciar un negocio particular del mismo corte. Recuerda que su última salida fue a Acapulco.

Fernando vive con su mamá y no tiene que pagar renta, aunque el mantenimiento de la casa resulta caro, debido a que cuenta con un amplio jardín y cuartos cubiertos de madera. Sólo en el último mes pagó 3 mil pesos por trabajos de plomería y electricidad.

La vida no es sencilla, dice Fernando, “pero hay que encararla y aprovechar lo mejor de las situaciones”. Por ahora dice estar tranquilo pues la clientela del bar va en aumento y eso garantiza sus ingresos mensuales de 12 mil pesos, aunque ello no le permite darse el lujo de comer en restaurantes.

Su mayor fortuna, dice, es que sus familiares más cercanos conservan buena salud “y eso ya es ganancia en esta época de crisis. La salud es lo primero porque sin ella no podemos hacer nada”.


Los Espino/Monterrey

Ganan menos por alza de insumos.

Venden tacos de barbacoa y de guisados; los fines de semana ofrecen menudo. La Familia Espino Hernández, cuyo puesto de tacos lleva este nombre, está atravesando una seria crisis económica debido a que los principales insumos, como el gas natural, las tortillas y hasta la carne, han subido sus precios de 10 a 50%, situación que reduce sus ganancias y los limita, obligándolos a apretarse el cinturón.

Encima de todo, siguen pagando los estudios profesionales de Marlene, su hija mayor (estudiante de Comunicación), y de Daniel, hijo mediano y bachiller. El tercer hijo de la pareja trabaja pero no aporta al gasto familiar. Don Juan, de 42 años, se dedica a la industria del taco desde hace dos décadas y aunque en un principio eran de vapor y ahora los vende de guisados, sabe que no debe rendirse y tiene que sacar adelante a sus hijos, aun a costa de no salir de vacaciones (llevan tres años trabajando sin descanso).

La esposa de don Juan, María del Refugio Hernández, comentó que la crisis les ha provocado gastar entre 450 y 500 pesos más cada vez que surte para poder vender sus tacos. El hijo mayor de la pareja, Édgar, no ha corrido tampoco con mucha suerte, ya que apenas arrancó el 2009 “lo han descansado” varias veces, aseguró don Juan, al referirse a los paros técnicos obligados a los que recurrieron las empresas para no despedir a sus empleados. Los tres jóvenes (Daniel, de 15; Maritza Marlene, de 18, y Edgar Alisando de 21) gozan de buena salud; sin embargo, doña María del Refugio padece de un mal funcionamiento de la glándula tiroidea y como su familia no cuenta con Seguro Social, se ve obliga a desembolsar 2 mil pesos o más cada mes, para comprar medicamentos y practicarse estudios.

Don Juan y María del Refugio no se pueden dar lujos, como salir a pasear continuamente o comer fuera de casa a menudo, ya que su prioridad son “los gastos de la casa y dinero para los niños”.


Los Gutiérrez/Mazatlán

Disminuyeron las propinas.

Mario es originario del pueblo de El Carrizo, en Los Mochis, y llegó a Mazatlán hace casi 10 años. Estudió para mesero y con la ayuda de una prima logró colocarse en uno de los mejores hoteles del puerto, donde se ubica uno de los restaurantes más prestigiados, La Terraza del Hotel Playa Mazatlán.

Con 32 años, carismático, orgulloso de su origen humilde, “aunque pago Infonavit”, está consciente que debe trabajar mucho para sacar adelante a su familia. Su ingreso, que difícilmente supera los 2 mil pesos a la quincena, le ayuda para asegurar la despensa y cosas elementales de su hogar. Las propinas son su ayuda, aunque no son muchas, pero le sirve para pagar el transporte y las tortillas, más no para vacacionar o salir a comer fuera.

Mario está casado con Beatriz Ibáñez y tiene dos hijos: Jonathan Israel, de 9 años, quien asiste a cuarto grado de primaria, y Emma Samantha, que a sus 4 años ya va al kinder.

El señor Mario combina sus labores en el almacén del restaurante, pues la actividad en las mesas se vino abajo, como consecuencia de que la ocupación hotelera cayó 40% en el inicio de año: “Ya casi no viene turismo, la gente no viaja, porque no tienen dinero y los extranjeros porque el dólar ha subido”. Los que van al restaurante son gente local, que van a desayunar para festejar algún acontecimiento, pero las ventas no son buenas y las propinas van abajo, “por eso en cuanto se cierra el servicio y me voy al almacén”.

Su esposa, pese a que sabe de costura y hace manualidades, no hace trabajos externos, sólo para la familia. “Ella nos cose aquí en la casa, los vestidos se los hace a la niña, pantalones y camisas también se los hace al niño y a mí me cose ropa... las cortinas y colchas lo hace ella”, comenta.

Sus hijos estudian en escuelas públicas, pero aún así compra uniformes y útiles escolares; no paga transporte, porque se van caminando por lo cerca que les queda.

Mario dice que sus actividades de esparcimiento son casi nulas, sólo salen a la playa cuando vienen familiares de vacaciones, los cuales viven en el poblado de El Carrizo, ciudad de Los Mochis.

Los Gómez/Ciudad de México

Se redujeron sus ingresos en 30%.

Este mes Alejandro Gómez dejó de cobrarle a 20% de sus pacientes, pues dos de cada diez de sus clientes se quedaron sin empleo entre diciembre de 2008 y enero de 2009. Llegaron al diván sintiéndose rechazados, con la autoestima dañada y en pleno duelo. “Me da pena cobrarles cuando no tienen ingresos económicos. Un despido laboral es muy fuerte, a la mayoría le cae bien una terapia”, dice.

Es psiquiatra y psicoanalista desde 1980. Trabaja en su propio consultorio desde hace doce años y ahí atiende a una docena de pacientes al día. Confía en que la crisis no le afectará, pues la experiencia le dice que la gente en tiempos de crisis no escatima en doctores. “Es tal vez uno de los gastos menos recortados, porque la salud es una necesidad que no deja opción”, dice.

Pero ésta crisis económica le está ganando a la voz de la experiencia porque durante enero obtuvo 30% menos dinero que en diciembre del año pasado, aunque fue por un compromiso moral y profesional con sus pacientes. Su esposa tiene una veterinaria. A ella le ha impactado más la crisis: los ingresos se le cayeron en 40%. De sus tres hijas, mantienen sólo a una, la que vive con ellos y tiene 15 años. Fue la única que estrenó ropa en enero.

Alejandro tiene 55 años, una vida estable, su profesionalismo se demuestra en la lista de espera de sus pacientes, pues dice que demanda hay, “lo que no tengo es tiempo para atender a todos”. Maneja distintas tarifas, pues dependiendo el paciente es el costo de la consulta.


Los Coronado/Tijuana

Viven con miedo al recorte.

Julio César Coronado, Fernando Ponce y la pequeña Andrea forman una familia que agradece tener trabajo. El es licenciado en sicologia y ella estudia preparatoria abierta. Esperan que algún día ella también haga alguna carrera profesional para su propio crecimiento personal pero, además, para que aporte al gasto del hogar.

Como supervisor de Recursos Humanos de la empresa vio salir a más de 40% de la planta laboral en los últimos meses, y cada día vive con al preocupación de quedarse sin empleo. Sus días libres los dedica a escribir y a tocar música. Participa como compositor y vocalista en el grupo de rock tijuanense Río Verde, en el que comparte con otros cuatro jóvenes.

Julio y fernand dicen que la vida los ha tratado bien. Se consideran afortunados de haber podido adquirir un crédito para comprar su vivienda, la cual califican de "adecuada" porque son una familia pequeña. Gastan muy poco en alimentos y gasolina (mil 700 pesos en ambos rubros) porque ambos comen en su lugar de trabajo. La Sharp, ubicada en Playas del Rosarito, queda a menos de 10 kilómetros de su hogar, y no gastan mucho en combustible. su sueldo de 16 mil 600 es suficiente para cubrir los gastos: 5 mil pesos de mensualidad por la vivienda y abonos de los muebles que compraron con un credito Fonacot.


Los López/Cieneguitas

Agradecen tener un empleo estable.

Hace 2 años, Alejandro López consiguió un empleo gracias a la reactivación de la minería zacatecana. Antes fue carpintero, oficio que tuvo que abandonar porque cerró la carpintería donde laboraba. Ahora tiene un trabajo estable y una casa en la comunidad de Cieneguitas, a 15 kilómetros de la cabecera municipal de Guadalupe. Es una zona habitacional popular que apenas comienza a poblarse y a pesar de que cuenta con los servicios de agua, luz y drenaje, carecen de calles pavimentadas y servicio de teléfono.

Este trabajo no convence a su esposa Azucena, quien lo cataloga como "muy riesgosa y poco dinero", pero ambos saben que durante algunos años estará "casado" con la minería para poder pagar el crédito al Consejo Promotor de la Vivienda (Coprovi) y cubrir un pago mensual fijo de 450 pesos. Ellos quisieran ampliar la casa para instalar una carpintería pero saben que la maquinaria es algo costosa.

El transporte es uno de ls gastos que más afectan a la economía de esta familia, ya que la escuela a la que asiste su hijo Diego, de 5 años, les queda lejos. Azucena utiliza cuatro camiones para llevar y traer al pequeño. Aunado al gasto de gasolina que su esposo utiliza para acercarse al lugar donde aborda el autobús de la empresa minera.

Ellos no acostumbran comer fuera de su casa ni salir de paseo porque no les alcanza para darse esos lujos. En cambio, suelen ahorrar, aunque en enero no lograron guardar ni un peso en la caja de ahorro a la que están adscritos.


Los Flores/La Purísima

Ya no conviene sembrar maíz.

Don Serafín Flores, de 63 años, decidió que para el próximo ciclo agrícola solamente sembrará dos de las cuatro hectáreas con las que cuenta. Primero, porque la cosecha del ciclo anterior se heló; no lograron rescatar ni un kilo de maíz, aunque pudieron guardar suficiente rastrojo para alimentar a sus animales. La otra razón es por lo caro que resulta el fertilizante. “Si le ponemos, no sale ganancia, y si no le ponemos, no hay suficiente producción, y de todas maneras no le ganamos”, dice. “Ya no nos conviene sembrar”, comenta don Serafín, quien no se desanima pues tiene como alternativa la venta de chivas, con lo que obtiene los mejores ingresos.

Entre risas, confiesa que a ellos no les gusta esa carne, pero como a sus vecinos, a gente de otros ranchos y de la ciudad (Querétaro) sí les agrada, siempre tiene clientes para sus animalitos, que llega a vender hasta en 450 pesos, “asegún” el tamaño.

En enero vendió seis chivos, dinero con el cual lograron “surtir” la casa de comida y otros artículos necesarios, como jabón, implementos de limpieza y de aseo. Y si a eso le agrega que su esposa, doña Juana, cada fin de semana vende casi 50 tamales, pues “la vamos pasando”.

Dice que “con el favor de Dios” seguirán viviendo sin que les falte nada, aun cuando sus ingresos al mes llegan a ser entre los mil 500 y los dos mil pesos. Con ese dinero alcanzan a comer durante todo el mes y como nueve de sus 12 hijos ya están casados, no tienen grandes gastos que realizar. Por el contrario, cada domingo dos o tres de sus hijas con sus esposos e hijos, los visitan; llevan de comer y de beber.

Don Serafín y doña Juana no acostumbran salir de vacaciones, comer fuera de casa o pasear. De lunes a domingo trabajan en la casa, en el campo o cuidando los animales; el sábado “muy tempranito” él se va a misa y los domingos “descansa” con la visita de sus hijas y sus yernos.

La ilusión de doña Juana es que algún día tengan para poder techar el cuarto que tienen sin terminar de construir; para don Serafín, por su parte, le gustaría que el gobierno municipal o el del estado le ayudaran a tapar el socavón que junto a sus tierras está abierto desde hace por lo menos 25 años.

Los Gómez/Juchitán

Pudieron ahorrar mil pesos.

Benigno Gómez López Lena recorre la ciudad en su taxi. Algunas veces trabaja la mayor parte en la madrugada, otras de día. Pero siempre con cuidado, “para que el automóvil no se dañe porque de ahí sale pa’ la renta y la comida”.

"Beny", como le dicen sus compañeros, tiene 44 años de edad y 18 como taxista. Sus ingresos le permitieron, en julio del año pasado, visitar a una hermana en la ciudad de Aguascalientes.

Gana más o menos 300 pesos por cada turno de 12 horas, “aunque primero saco la cuenta del patrón y lleno el tanque de gasolina con 130 pesos adicionales”. Sin embargo, presume que “como buen chofer”, a veces tiene otros ingresos, “porque me contratan para llevar a algunas familias a la ciudad de Oaxaca”, viaje por el que cobra 500 pesos.

La esposa de Benigno, María Guadalupe Ruiz Orozco, de 43 años, se dedica al hogar. Todos los días despide a su esposo con la bendición “para que no falle el taxi y regrese con bien, sano y salvo, aunque no salgamos a comer fuera de casa”.

Zory Consuelo, de 23 años, es la hija mayor de la familia Gómez Ruiz. Ella tuvo la necesidad de ayudar al ingreso económico de sus padres y consiguió a principios del año un empleo en una tienda de ropa. “No gana mucho, pero al menos tiene un trabajo y se ayuda para los gastos, sobre todo para su vestuario y los gustos del pequeño Eduardo de Jesús Gómez Ruiz, considerado “como hijo/nieto”, el “adorable rey” del hogar a sus tres años de edad.




El 84% de los mexicanos se dice afectado por la crisis

La percepción entre la población mexicana, en los últimos seis meses, es que la economía del país ha empeorado mucho, según 66% de los encuestados, mientras que para un 16% ha mejorado mucho o algo. Para 17% de la población, la economía sigue igual. Además, el 84% de los consultados aseguró que se ha visto afectado por la crisis, mientras que sólo el 16% dice que no la ha resentido.

De acuerdo con una encuesta de Berumen y Asociados para El Universal, las principales acciones de la población frente a este esenario de crisis van desde dejar de pagar servicios públicos como agua y luz (15%) hasta recortar gastos en alimentos (53%).

Así, para lograr ahorros, 73% se inclina por recortar su presupuesto destinado al entretenimiento; 69% por gastar menos en ropa; 51% por reducir gastos en su vivienda y 50% ha optado por gastar menos en transporte.

Otras medidas aplicadas para paliar la crisis son empeñar algo, 18%; endeudarse con la tarjeta de crédito, 16%; solicitar un nuevo programa de ayuda del gobierno, 23%; dejar de pagar deudas, 24%, y recortar los gastos en materia de educación, 34%.

Y viendo hacia el futuro, por lo menos en los próximos tres meses, 70% de los encuestados vive con el temor de ser despedido de su trabajo. Siete de cada diez mexicanos tienen miedo de que les reduzcan el salario. A otro 67% le preocupa que cierre la empresa donde trabaja, en tanto que 66% teme ver eliminadas sus prestaciones. La encuesta fue levantada del 30 de enero al 2 de febrero de 2009, con un nivel de confianza del 95%.